El plan de sustituir el subsidio del gas por el de la electricidad es bastante positivo para el país, no solo porque implica un paso al frente en el cambio a unas energía más limpia, eso bajo el supuesto de que el 90% de la energía que consuma el país sea hidro con la entrada en operación de ocho proyectos hidroeléctricos hasta 2017.
El cambio, además, permitirá liberar de las cuentas fiscales $800 millones anuales que salen afuera cada año, porque el 80% de gas que se entrega subsidiado es importado, se compra caro afuera para venderlo barato adentro.
El autor del proyecto, Alexei Mosquera, plantea que incluso ahora resultaría rentable meter cocinas de inducción en lugar de gas. Según sus cálculos el costo del subsidio de la electricidad en estos momento debería bordear los $240 millones, una cifra que bajaría a $100 millones con la nueva energía hidráulica.
Y parece que el Gobierno ya apuntra en esa dirección con el anuncio del ministro Ramiro González de querer adelantar el proyecto de las cocinas de inducción para agosto.
Eso se hace considerando que no se va a cambiar todo de golpe, porque meter 3,5 millones de cocinas de inducción en estos momentos haría colapsar el sistema interconectado. El país aún es deficitario en materia energética. Y, claro, el plan tiene sus bemoles.
El primero es que el proyecto está asentado sobre un escenario estático, sin considerar que la demanda de energía se incrementa entre un 5% y 6% anual: es decir que cada año se necesitan entre 250 y 300 megavatios. Es decir que cuando entren en operación los ocho proyectos hidroeléctricos que están en marcha el país quedaría a tablas en materia de oferta y demanda de energía. ¿Y qué pasara después? Ruben Barreno ha planteado seguir mirando nuevos proyectos hidroeléctricos sobre todo en la cuenca del Pacífico, porque la mayoría de los actuales se ha concentrado en la Amazonía.
El plan tampoco contempla o no se han mostrado los estudios que deben hacer las empresas de distribución para ver cuál será el impacto del incremento de la demanda de energía en sus redes, cableado y transformadores. Hay transformadores que soportan una determinada potencia y si la demanda aumenta en una misma hora simplemente pueden colapsar.
La inversión que deben hacer los hogares en el cambio del cableado desde el medidor hasta la acometida final tampoco está contemplado.
Hay muchos peros que deberán aclararse en el camino, entre ellos el cómo va a salir la factura final. ¿Los primeros 100 kilovatios que serán subsidiados simplemente desaparecen o no? El cambio, sin embargo, es una manera inteligente de eliminar un subsidio que necesitaba ser revisado, y al mismo tiempo se ayuda a proteger el planeta.